Estamos en septiembre en Aguilar de Campos, una localidad vallisoletana caracterizada por su extensa planicie agrícola. Hemos quedado con Álvaro y sus compañeros de cuadrilla para pasar una jornada de caza a las codornices a finales de la media veda. Cazarán con perros de distintas razas, setter inglés, un labrador, un bretón y algún podenco. El denominador común de todas éstas razas tan distintas es la habilidad para desenvolverse en los campos de lentejas que a éstas alturas del verano tienen más de un metro de altura por la broza que ha brotado en las tierras. El gran trabajo de los perros nos ha regalado una jornada llena de guías, muestras y lances.